
EL LLAMADO
Todo comenzó cuando tenía 12 años. En ese momento, Dios envió a un profeta y me reveló que me usaría en palabras proféticas, en palabras de ciencia, así como en milagros, sanidades, señales y prodigios. Esta promesa llegó en un tiempo en el que mi autoestima era muy baja; no lo creí, pero en mí prosperó un profundo anhelo por conocer a Dios. Comencé a buscarlo a través del ayuno y la oración. Recuerdo que pasaba horas orando y, un día, le dije a Dios: "Si realmente me llamas, dímelo a mí". Le expresé mi confusión sobre por qué me llamaba a predicar, ya que sentía que no podía hablar bien y era muy joven aún.
Ese día, cuando le pedí que me hablara, escuché una voz que me decía: "Abre tu Biblia". Lo que leí me impactó profundamente; era mi promesa, y coincidía exactamente con lo que le había estado pidiendo. La palabra decía: "Antes que nacieses, te conocí; te santifiqué y te di por profeta a las naciones. Y tú dices que no sabes hablar porque eres un niño; no lo digas, porque a todo lo que te envíe, irás y dirás todo lo que te mande. Yo estaré contigo para librarte; no temas. Este día pongo mis palabras en tu boca; te he puesto sobre reinos y naciones para arrancar, destruir, desmantelar y derribar, así como para edificar y plantar".
Lo que leí ese día impacto tan profundamente en mi mente y corazón que no he podido olvidarlo; esas promesas resonaban constantemente en mí. Pasé por un tiempo de pruebas y, después de algunos años, en una reunión, conocí a un hombre muy ungido, un profeta de nacionalidad dominicana. En medio de la reunión, levantó la mano y comenzó a profetizar, confirmando nuevamente el llamado de Dios en mi vida. Ya no quedaba ninguna duda de que Dios me había llamado.
En esos tiempos, Dios se reveló a mí y aprendí a escuchar su voz. Comencé a recibir mensajes de Dios para las personas. Sin embargo, un día, un hombre me humilló porque no le gustó el mensaje que le di de parte de Dios. Esa noche, al dormir, tuve un sueño de éxtasis, observe una luz como el sol resplandeciente en el cielo, de la cual salió una voz muy poderosa la cual me decía: “Hijo mío no temas yo estoy contigo, sigue sacando las cosas a la luz.” “Te Amo”. En ese momento cada palabra que hablaba se grababa con fuego en tablas de piedra, al final quedó escrita una cita bíblica 1ra de Samuel 7:3 dice el versículo que Samuel llamaba al arrepentimiento a los hijos de Israel. En ese momento dije en mi mente, “Si señor yo sé que tu quieres que siga predicando” y en ese momento escuche una voz en mi espíritu que me estremeció por su sonido y me dijo: “NO, PROFUNDIZA MAS EN LA PALABRA” y comencé a estudiar ese versículo me di cuenta de que ese momento habían pasado 20 años en la vida del Profeta Samuel y ese día dio inicio al Ministerio Profético de él.
Entendí que Dios, es día me avalito el Ministerio Profético al que él me había llamado. Desde ese momento he sido testigo de múltiples milagros, liberaciones, restauraciones, sanidades, señales y profecías verse cumplir, he sido testigo de la resurrección de un bebe. Sin embargo, me aleje del camino de Dios por un tiempo.
Un día emprendí nuevamente el buscar el rostro de Dios y en el jardín de la casa, Dios me hablo nuevamente del Ministerio que iba a tener, dándome muchas instrucciones precisas y a los días me llamo también al Pastoreado y POR EL y PARA EL funde la Iglesia Casa De Oración Para Las Naciones...
El llamado que Dios me dio cuando era joven ha sido confirmado a lo largo de los años, y el Ministerio Casa de Oración para las Naciones es un testimonio vivo de Su fidelidad. Estoy convencido de que este ministerio continuará expandiéndose, guiado por Su voz y bajo Su dirección, para cumplir con la misión de predicar el Evangelio y edificar el Cuerpo de Cristo en la tierra.